Pobra de Trives. Plaza del Reloj. ©F.J.Gil |
Para llegar a
Pobra de Trives, el mejor punto de partida es la ciudad de Ourense. Desde la
capital de la provincia se toma la carretera 536, antiguo camino a Ponferrada y
de salida desde Galicia hacia León, el país Vasco, y el resto de Europa.
La 536 es una
entretenida ruta, cómoda de hacer, y en sus 71 kilómetros nos acompañará un
paisaje con el que disfrutaremos la hora escasa que nos ocupará llegar hasta
nuestro destino.
Trives se
encuentra inmersa en un terreno altamente montañoso. En la fachada de su casa
consistorial luce la placa del instituto geográfico nacional que nos informa
de que estamos a 748 metros sobre el nivel del mar. No es para menos, pues nos encontramos en el corazón del Gran
Macizo Oriental ourensano, entre las tierras de la Serra da Queixa, Manzaneda y
todo ese conjunto de serranías y valles en los que nacen los ríos que luego
serán afluentes del Sil.
El municipio tiene una superficie de algo más de 84 kilómetros cuadrados y no como señala la Wikipedia, que le atribuye 31,29. Su población, de casi 2.500 habitantes se esparce por un territorio dividido en 19 parroquias, si bien la mayor parte se concentra en la capital municipal.
El municipio tiene una superficie de algo más de 84 kilómetros cuadrados y no como señala la Wikipedia, que le atribuye 31,29. Su población, de casi 2.500 habitantes se esparce por un territorio dividido en 19 parroquias, si bien la mayor parte se concentra en la capital municipal.
La importancia
de la villa que ejerce esa capitalidad tanto en el pasado como en la actualidad
por su condición de cabecera de comarca y de partido judicial, lo demuestra su
estructura urbana y el estilo señorial de muchas de sus casas y edificios
públicos. Ahí están, la Plaza del Reloj o la plaza del Pilón y muchos otros
rincones para mostrárnoslo.
Trives era lugar de paso obligado en la salida
de Galicia hacia León por una carretera cuya construcción se debe precisamente
a Nicanor Alvarado y Casanova, primer marqués de Trives. Don Nicanor había
llevado a las Cortes la defensa de los intereses de Ourense en general y de
esta tierra en particular, tanto en el Congreso, del que formó parte en 1858,
como en el Senado, del que sería miembro posteriormente.
La verdad es
que el diputado marqués, cuya casa sigue siendo uno de los edificios señeros de
la villa de Trives, no fue el primero en hacer una carretera. Los romanos ya
habían pasado por aquí y habían dejado construida una de sus emblemáticas obras
públicas: la vía XVIII, también llamada vía Nova, que une Braga con Astorga y
que conectaba Trives con el resto del Imperio. De esa calzada todavía quedan
elementos notables: además de algún miliario, los romanos realizaron en diversas
épocas de su dominación tres puentes para atravesar el municipio. Ponte Návea,
que cruza el río que le da nombre, en su frontera con el vecino municipio de
San Xoán de Río. Ponte Cabalar, en la parroquia de Piñeiro, cuya reconstrucción
se llevó a cabo en la primera mitad del siglo XIX. Y el más grande de los tres,
cruza el río Bibei, a la salida en la dirección al Barco de Valdeorras en la
parroquia de Mendoia. Ponte Bibei tiene 75 metros de longitud y siete de ancho.
Seguramente el puente primigenio, el romano no presentaba este mismo aspecto ya
que fue reconstruido en el siglo XIX y reformado nuevamente a principios del
XX. Lo cierto es que este puente, que sirvió para que los carros romanos
cruzasen el Bibei, sigue en activo diecinueve siglos después de su
construcción.
Monasterio de Sobrado de Trives. ©F.J.Gil |
Otro de los
bellos rincones del municipio, y se encuentra relativamente cerca del núcleo
urbano es Penafolenche. En esta parroquia hay un pequeño núcleo rural que
conserva sus esencias tan vinculadas a la arquitectura tradicional de montaña
de Galicia y nos reserva una sorpresa que tiene que ver mucho con su nombre: El
mirador instalado sobre una monumental roca redondeada por la erosión: un
penedo gigantesco desde el que se puede tener una visión panorámica del
entorno.
Aquí, por
cierto, comienza una de las rutas de senderismo más interesantes de las muchas
que se pueden realizar en Trives. Se trata de la Ruta dos Sequeiros, los
tradicionales secaderos de castañas. La castaña no solo configura el paisaje,
con los bosques de este árbol, sino también la gastronomía.
Bosques, castaña, la montaña, las señas de identidad de esta tierra están presentes en el Centro de Interpretación que ocupa buena parte del espacio del antiguo Colegio de Santa Leonor, una visita obligada para quien quiera conocer mejor estas tierras del interior de Galicia y sus gentes. Un recorrido audiovisual por su itinerario nos ofrecerá una visión poética de esta realidad que es Trives. Y allí mismo, podemos viajar al pasado: el museo de la infancia y la escuela, con numerosísimos elementos que nos llevarán a los tiempos del silabario, del pizarrín, del mecano, de los tebeos del guerrero del antifaz y muchísimas cosas más. Un mundo escolar e infantil de mucho antes de la ESO, de la EGB que recordarán con ternura nuestros abuelos y que nos sorprenderá a nosotros. Santa Leonor fue un colegio de la orden de La Salle, y en él estudiaron muchas generaciones de triveses.
Son muchas las plazas hoteleras que ofrece este municipio y buena parte de ese desarrollo turístico se debe, además de a sus recursos naturales y monumentales, a la estación invernal de Cabeza Grande de Manzaneda que fue el verdadero motor del turismo desde la década de 1970 en esta zona y que ofrece atractivos tanto en invierno, especialmente cuando hay nieve, que es lo suyo, como en verano.
Trives siempre
invitará a regresar. Del viaje, nos podemos llevar el recuerdo de sus paisajes
montañosos, pero también un recuerdo más material: su tradicional bica
mantecada. Será un dulce recuerdo y, seguramente, un motivo más para volver.
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